Contrario a mis intereses en ilustración y dibujo, cuando fotografío no me gusta hacerlo a personas y rostros. Me cautivan los paisajes. Partí sacando fotos con cámaras compactas, luego pasé a cámaras profesionales análogas, después cámaras digitales compactas y finalmente llegué a tener mi cámara profesional Reflex digital (maravillosa la cámara, una Sony Alpha 200).
El proceso de la fotografía análoga es hermoso y algo romántico. Cuando sacas fotos con esas cargas baratas que son blanco y negro, juegas con las luces, le das subexposición o sobreexposición para marcar aquel detalle que quieres "subrayar". O jugar con las profundidades de campo, usar quizás una apertura grande para difuminar el fondo y enfocar detalles que están en el frente. También usar diferentes ISOS de películas, una alta para sacar fotografías con menos luz, o un ISO menor para controlar la luz y dejar en la fotografía detalles precisos.
Ese proceso maravilloso de llegar con la película al laboratorio y revelarlo en el cuarto oscuro, enrollar la película en el carrete para mezclar los químicos en el contenedor y crear el negativo. Después escoger las fotos a ampliar e "imprimirlas" en el papel fotográfico con la ampliadora. Pasar el papel por el revelador y el fijador y ver como aparece casi mágicamente la fotografía en el papel. Y para qué me voy a poner a hablar acerca de la química de la fotografía y de su proceso, mejor dejemos el tema para un próximo artículo.
Quizás los que no conozcan mucho de fotografía análoga y su proceso de revelado y han leído hasta aquí el artículo no tienen ni las más remota idea de qué les estoy hablando. Y es que la verdad ahora la fotografía digital te reúne todo eso en la propia cámara. Recuerdo las ocasiones en que se terminaba una película y la espera del "revelado en 24 horas" ó "en 1 hora" para revisar todas aquellas fotos que sacaste ¡por primera vez!

La última vez que fui a Valparaíso (yo soy de Santiago de Chile), uno de los días estuvo un poco nublado y especial para salir a tomar fotografías por los cerros. Lo único que sonaba en mi cabeza era un trozo de un poema de Julio Cortázar que dice: "Busco ese trazo que hace temblar a una persona en un museo". Siempre pienso que es una excelente frase para describir lo que uno busca al fotografiar, dibujar, ilustrar; esa cosa especial que nos motiva a reproducirla o inmortalizar. Con esta frase de Cortázar salí con mi cámara que en ese entonces era una Fujifilm Finepix, que si bien es súper fiel y una excelente cámara que da excelentes resultados, no se puede comparar con lo que uno puede lograr con una reflex profesional. Independiente de esto las fotos fueron geniales e hice un libro tipo álbum con las fotos que seleccioné acompañado del poema de Cortázar.
Cuesta encontrar "ese trazo que hace temblar a una persona en un museo", pero lo que cuesta es lo que deja mayores satisfacciones. Si quieren ver el libro completo, éste es el enlace: http://issuu.com/m4tiko/docs/albumvalparaiso
¡Hasta la próxima!
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