miércoles, 30 de enero de 2013

Valparaíso: Buscando ese Trazo que hace temblar a una Persona en un Museo

La fotografía. Desde chico que me gusta la fotografía. No soy un gran fotógrafo, pero aún así. La fotografía tiene algo mágico, esa cosa de poder conversar a través de imágenes, ese momento o escena que quieres compartir con el resto.

Contrario a mis intereses en ilustración y dibujo, cuando fotografío no me gusta hacerlo a personas y rostros. Me cautivan los paisajes. Partí sacando fotos con cámaras compactas, luego pasé a cámaras profesionales análogas, después cámaras digitales compactas y finalmente llegué a tener mi cámara profesional Reflex digital (maravillosa la cámara, una Sony Alpha 200).

El proceso de la fotografía análoga es hermoso y algo romántico. Cuando sacas fotos con esas cargas baratas que son blanco y negro, juegas con las luces, le das subexposición o sobreexposición para marcar aquel detalle que quieres "subrayar". O jugar con las profundidades de campo, usar quizás una apertura grande para difuminar el fondo y enfocar detalles que están en el frente. También usar diferentes ISOS de películas, una alta para sacar fotografías con menos luz, o un ISO menor para controlar la luz y dejar en la fotografía detalles precisos.

Ese proceso maravilloso de llegar con la película al laboratorio y revelarlo en el cuarto oscuro, enrollar la película en el carrete para mezclar los químicos en el contenedor y crear el negativo. Después escoger las fotos a ampliar e "imprimirlas" en el papel fotográfico con la ampliadora. Pasar el papel por el revelador y el fijador y ver como aparece casi mágicamente la fotografía en el papel. Y para qué me voy a poner a hablar acerca de la química de la fotografía y de su proceso, mejor dejemos el tema para un próximo artículo.

Quizás los que no conozcan mucho de fotografía análoga y su proceso de revelado y han leído hasta aquí el artículo no tienen ni las más remota idea de qué les estoy hablando. Y es que la verdad ahora la fotografía digital te reúne todo eso en la propia cámara. Recuerdo las ocasiones en que se terminaba una película y la espera del "revelado en 24 horas" ó "en 1 hora" para revisar todas aquellas fotos que sacaste ¡por primera vez!

Ya, ya, ok, si sé que todo lo que les he contado forma parte de recuerdos nostálgicos de mi parte. También debo recalcar todo lo bueno de la fotografía digital, la inmediatez y que las cámaras reflex no han perdido todas las funcionalidades que uno usaba en la cámara reflex análoga, incluso las han mejorado bastante. Tenemos una gama de lentes para escoger (35mm, gran angulares, tele objetivos, ojo de pez, etc.), obviamente podemos seguir personalizando la apertura y la velocidad de obturación, algunas tienen el "steady cam" para cuando sacamos fotos con poca luz e incluso podemos cambiar el ISO al que nosotros queramos de acuerdo a lo que pretendemos hacer.

La última vez que fui a Valparaíso (yo soy de Santiago de Chile), uno de los días estuvo un poco nublado y especial para salir a tomar fotografías por los cerros. Lo único que sonaba en mi cabeza era un trozo de un poema de Julio Cortázar que dice: "Busco ese trazo que hace temblar a una persona en un museo". Siempre pienso que es una excelente frase para describir lo que uno busca al fotografiar, dibujar, ilustrar; esa cosa especial que nos motiva a reproducirla o inmortalizar. Con esta frase de Cortázar salí con mi cámara que en ese entonces era una Fujifilm Finepix, que si bien es súper fiel y una excelente cámara que da excelentes resultados, no se puede comparar con lo que uno puede lograr con una reflex profesional. Independiente de esto las fotos fueron geniales e hice un libro tipo álbum con las fotos que seleccioné acompañado del poema de Cortázar.


Cuesta encontrar "ese trazo que hace temblar a una persona en un museo", pero lo que cuesta es lo que deja mayores satisfacciones. Si quieren ver el libro completo, éste es el enlace: http://issuu.com/m4tiko/docs/albumvalparaiso

¡Hasta la próxima!

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